miércoles, 5 de enero de 2011

EL GESTO MIO !!!! Juana de Ibarbourou, nuestra Juana de América

Fulgura tal cantidad de estrellas esta noche, que me pregunto cómo puede haber en el cielo espacio para tanto lunar de oro. Tal vez por eso, a ratos,algunas se desprenden, quizas empujadas por otras, que quieren sitio y cruzan la alta sombra como una larga flecha rubia. Yo no me canso de mirar y mirar el cielo esta noche. E inconscientemente, cuando veo desprenderse una estrella, alrgo la mano con la absurda pretensión de apresar a la vagabunda. ¡Ay! ¡Es un gesto muy mío éste de tender siempre las manos hacia las cosas imposibles!

de Las lenguas de diamante.

domingo, 2 de enero de 2011

LA MARIPOSA !!!! Juana de Ibarbourou (uruguaya)

?Una mariposa pequeña y amarilla ha venido a revolotear en torno de la luz ¡ Qué giros locos, qué giros precipitados y continuos !
- ¿De dónde vienes , pequeñita? ¿Has esatdo acaso en aquel bosque rumoroso que yo recorría encantada y sin miedo cuando niña? ¿Bebiste alguna vez una minúscula gota de agua en aquella laguna bordeada de juncos y de mimbres, que hay cerca del bosque del que te hablo? ¿Has dormido alguna noche en una matita de verbena? ¿Conoces muchos ramajes? Ese polvo amarillo que te cubre, ¿ Es polen de achiras, de achiras silvestres? ¡Oh, pequeñita, yo juraría que tienes olor a campo en las alas !

De "El cántaro fresco"

sábado, 1 de enero de 2011

EL CASAMIENTO DE LAUCHA !!!!!! Roberto J. Payró

El nombre de Laucha - apodo y no apellido - le sentaba alas mil maravillas.
Era pequeñito, delgado, receloso, móvil;la boca parecía un hociquillo orlado de poco y rígido bigote; los ojos negros como cuentas de azabache, algo saltones, sin blanco casi, añadían a la semejanza, completada por la cara angostita, la frente fugitiva y estrech, el cabello descolorido, arratonado...
Laucha era, por otra parte, su único nombre posible. Laucha le llamaron cuando un niño en la provincia del interior donde nació; Laucha comenzaron a apodarle después allí donde lo llevó la suerte de su vida, desde temprano aventurera; por Laucha se le conoció en Buenos Aires, llegado apenas, sin que a nadie se pudiese atribuir la invención del sobrenombre, y Laucha le han dicho grandes y pequeños durante un período de treinta y un años, desde que cumplió los cinco, hasta que murió a los treinta y seis...
De sus mismos labios oí la narración de la aventura culminante de su vida y, en estas páginas, me he esforzado por reproducirla tal como se la escuché. Desgraciadamente, Laucha ya no está aquí para corregirme si incurro en error pero puedo afirmar que no me aparto de la verdad muchos centímetros.

I

Pues, señor, después de andar unos años por Tucumán, Salta, Jujuy y Santiago, ganandome la vida perra como Dios me daba a entender, unas veces de bolichero, otras de mercachifle, de repente de peón, de repente de maestro de escuela, aquí en un pueblo, allí en una ciudad, allá en una estancia, más allá en un ingenio, siempre pobre, siempre rotoso, algunos días con hambre, todos los días sin plata, comencé por fin a temar con que puede ser que me fuera mejor en Buenos Aires, en donde nunca me podría ir peor, porque esas provincias nunca son buenas para hombres así como yo, sin un peso, ni mucha letra menuda, ni mucha fuerza... ni muchas ganas de trabajar tampoco...tanto temé, que al fin resolví largarme y principié a hacer economías de a centavo - ¡ Yo que nunca había juntado plata! - hasta que reuní todo lo que necesitaba para el viaje... lo preciso y nada más.
No he de contar los milagros y otras vivezas que tuve que hacer para juntar la platita: ya se lo imaginarán, y de no, poco importa. El caso es que un día me acomodé en el tren - ¿claro que en segunda, porque no había boleto de perro! - , llegué hasta Córdoba, subí al Central Argentino, y en el Rosario me embarqué para Campana en el vapor de la carrera, porque la cosa salía más barata... Campana era entonces el puerto de salida y de llegada de los vapores del Paraná, y ahí mismo se tomaba el tren para Buenos Aires.
Desembarqué con mi equipaje, que era un poncho grueso de lana, criollo, de los tejidos a mano, muy lleno de colorinches, y que le había ganado a la taba a un peón catamarqueño en Tucumán: se lo había hecho la mujer qué sé yo en que punta de años...
¡Ah!, ya había volado hasta el último cobre en las comidas y copetines del viaje; así es que me encontré en Campana con que para segui a Buenos Aires tenía que empeñar o vender alguna prenda... y a no ser el poncho...Creerán que esto no tiene nada que ver con mi casamiento; pero esperen un poco...
La miseria, como buena vieja brava, hace con el hombre lo que se le antoja...A mi hizo llegar hasta el casorio; ya verán...


Y bueno a buscar el libro que se está poniendo divertido.... No es así?
Se acuerdan los que lo leyeron y sino a leerlo....