viernes, 30 de agosto de 2013

COMO AGUA PARA CHOCOLATE !!!!!!! Laura Esquivel

Solo una página como para tener ganas de releerlo y quizás ir corriendo a buscar el libro.

(...) Mi abuela tenía una teoría  muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no lo podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuales son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se  produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía al alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo.
   Si eso lega a pasar el alma huye de nuestro, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo.
   ¡Qué ciertas  eran estas palabras! Si alguien lo sabía era ella.

(...)

Qué ganas de seguir leyendo!!!!

sábado, 2 de marzo de 2013

EL BARBERO DE ANTAÑO!!! 1804 - 1830 Isidoro de María

De Montevideo Antiguo

 - mi barbero era una alhaja, hablantín como todos los barberos, pero listo y divertido como ninguno. Con decir que era hijo de la tierra de María Santísima, basta - solía decir antaño un parroquiano de la barbería de la calle San Pedro, a la vuelta del Reñidero de Gallos, que acostumbraba ir a hacerse la barba y hechar, cuando se ofrecía, una cana al aire con el barbero. a eso le contestaba otro parroquiano de la barbería del tío Pepe: - Pues el mío no se queda atrás en es9o de darle a la sin hueso mientras enjabona, asienta la navaja en su asentador de cuarta y media, y lo mantiene a uno con la bacía al cuello, enclavado en el sillón de vaqueta.
para chascarrillos, cuentos verdes y chismografía del barrio, se pinta solo. Mire usted. es un lince que todo lo pispa, una gaceta andante, que todo losabe, lo mismo que la partera, el Padre Guardián, o la Montañesa, que de las cosas de Bonaparte. Es entretenido y gana bien el real de afeite.
Vamos que el hombre entiende del oficio, y el pardillo Justo, que tiene de ayudante de navaja, no se queda atrás. A fe que tiene bien enseñado al muchachón.
Vea usted: cuando en ausencia del patrón me hace la barba me conversa por siete, mientras le da al jabón, y agua va y viene de la bacía haciendo espuma hasta las narices y refriega la barba. Una vez preguntele: - 2¿Por qué tanta lengua al enjabonar?" - -"Señor - contestome el muy ladino - , porque así entretengo y se remoja bien la barba, para correr mejor la navaja". De tal maestro, tal discípulo.
Pues señor, tantico más o menos, todos los del oficio eran cortados por la misma tijera. Barbero sin chistar, y mujer sin pico, decía el andaluz, échese usted a buscarlo.
Bien puede ser así, pero no seré yo, que no soy y andaluz, quien lo diga; no por él, sino por ellas, aunque Napoleón dijera que el mejor adorno de la mujer era el silencio, como si el gran capitán del siglo hubiera querido dar a entender con el dicho, que el pico no les sentaba bien. Cosas de Bonaparte, En todo caso lo que yo diría es: barbero mudo, tienda sin parroquianos. Eso sería bueno para el barbero de sí propio, como mi buen abuelo, que estando en su afeite dándole a la navaja, Dios libre de conversar, ni que le contasen historia, por temor a algún tajillo.
Barberos hubo, y barberos hay, y algunos de la flor de envido; pero venga uno a saber con certeza desde cuándo los hubo en la tierra, aunque sea de suponer que nuestro padre Adán tendría patillas y no sabemos como haría para afeitarlas, si quería parecer buen mozo.
...............................................................................................................................................................

Para eso nuestros charrúas y minuanes, que no necesitaban barbero, porque lo que les sobraba de pelo en las melenas, les faltaba de barba en la anchota cara lampiña.
Y niegue cualquiera la ventaja de ser lampiño, que no necesita navaja ni barbero; aunque si todos lo fueran, mal negocio para el pobre barbero.

...............................................................................................................................................................

hasta el año 16 eran pocos los barberos que había aquí, y contaditas las barberías de aspecto de aspecto tan lucido como pueden ustedes figurarse de un cuarto a la calle, con una bacía de lata colgada de seña a la puerta, y una cortinita de zaraza de tapapuerta, dos o tres sillas de vaqueta, un lavatorio de morondanga, un espejito, un paño colgado, la bacía, el jabón, las navajas , las tijeras, el peine, un pocillo de pomada, un par de pañitos para limpiar la navaja, la piedrita de afilar, un asentador mayúsculo, otro palo de pita, y algún otro cachivache.
Con tales elementos, por lo común debían ser como a pedir de boca en las barberías de antaño. Pero los pobres barberos, incluso el del hospital, hacían por la riña, pues a falta de parroquianos y de alguna muela que sacar, aunque fuese con carrillo y todo, se entretenían en hacer sus cigarrillos y matar el tiempo charlando con el vecino.

viernes, 9 de noviembre de 2012

CHICO CARLO Juana de Ibarbouru (frag.)

¡Chico Carlo! fue mi compañero de toda la infancia, mi doble con pantalones. no sé por donde, ni adonde se lo llevó la vida. recuerdo su fina cara morena, swu negro y enmarañado cabello, sus ojos crue4les. Era un chico despiadado contodos, pero  de una gran ternura para mí. Yo lo adoraba. nacimos los dos el mismo mes de enero, nos criamos frente a frente.
Su madre, amiga de la mía , solía decir:
 -  los casaremos cuando sean grandes.
pero mamá comentaba a solas con nosotros:
 - perdóneme Dios y mi pobre maría, pero no es con ese nimalito de monte que se casará mi Susana. ¿Qué pena, un muchacho tan lindo, y con ese carácter tan difícil!
A mi esto no me quitaba el sueño. Él era conmigo como un ángel guardián, que me protegía y a veces me4 castigaba, pero del que yo sentía, aprovechándome, su ternura. se deleitaba - más por parecerse a un hombre que por maldad -  en dañar y destruir.
Era rebelde, despectivo y huraño. me guardaba todas sus golosinas y yo las aceptaba con la sencillez con que los seres débiles aceptan el espontáneo sacrificio de los fuertes.


























sábado, 26 de mayo de 2012

EL VERANO DEL COHETE!!! Ray Bradbury

 Enero de 1999

Un minuto antes era  invierno, en Ohio; las puertas y las ventanas estaban cerradas, la escarcha empañaba los vidrios, el hielo adornaba los bordes de los techos, los niños esquiaban en las laderas, las mujeres, envueltas en abrigos de piel, caminaban torpemente por las calles heladas, como grandes osos negros.
T de pronto, una larga ola de calor atravesó el pueblo; una manrea de aire tórrido, como si alguien hubiera abierto de par en par la puerta de un horno. El calor latió entre las casas, los arbustos, los niños. El hielo se desprendió de los techos, se quebró, y empezó a fundirse. Las puertas se abriero, las ventanas se levantaron; los niños se quitaron la ropa de lana; las mujeres se despojaron de sus disfraces de osos; la nieve se derritió descubriendo los viejos y verdes prados del último varano.
El verano del cohete. Las palabras corrieron de boca en boca por las casas abiertas y ventiladas. El verano del cohete. El caluroso aire desértico alteró los dibujos de la escarcha en los vidrios, borrando la obra de arte. Esquíes trineos fueron de pronto inútiles. La nieve, que venía de los cielos helados, llegaba al suelo como una lluvia cálida.
El verano del cohete. La gente se asomaba a los porches húmedos uy observaba el cielo, cada vez más rojo.
El cohete instalado en su plataforma, lanzaba rosadas nubes de fuego y calor. El cohete, de pié en la fría mañana de invierno, engendraba el estío con el aliento de sus poderosos escapes. El cohete creaba el buen tiempo, y durante uos instantes fue verano en la Tierra...


en Crónicas Marcianas.

EL DUENDECILLO FRAILE!!! Fernán Caballero Revista "Proa"

Había una vez tres hermanitas que se mantenían amasando de noche una faneguita de harina. Un día se levanraron de madrugada para hacer su faena y la hallaron hecha, y los panes prontos para meterlos en el horno, y así sucedió por muchos días. Queriendo averiguar quién era el que tal favor les hacía, se escondieron una noche y vieron venir a un duende muy chiquito, vestido de fraile, con uno hábitos muy viejos y rotos. Agradecidas, le hicieron unos nuevos que colgaron en la cocina.
Vino el duende y se los puso y en seguida se fue diciendo:
Frailecito con hábitos nuevos,
no quiere amasar ni ser panadero.

sábado, 19 de mayo de 2012

EL HERIDO!!!! del libro CORAZÓN de Edmundo de Amicis

                                                                                                                            Domingo 20
No había terminado de pasar el cuento mensual que el maestro me dio para copiar, y mi padre me pidió que lo acompañara al cuarto piso a visitar al señor herido de un ojo. El anciano estaba acostado entre almohadones y junto a él, sentada al lado de la cama, se hallaba su mujer con el sobrinito. El señor tenía el ojo vendado, pero se encontraba bien, según nos dijo, y muy pronto estaría curado.
 - Fue una verdadera desgracia -comentó - , y se lamentó por aquel pobre chico.
En ese momento llamaron a la puerta y la señora salió a abrir, convencida de que era el médico. Al abrir la puerta...¿veo a Garofi en el umbral, y sin atreverse a entrar! El enfermo quiso saber quién había llegado.
 - Es el muchacho que tiró la bola... -Explico mi padre.
 - 'Oh! - exclamó entonces el anciano - .  Ven, aércate, pobre niño Tranquilízate, que estoy mejor.
garofi se acercó, haciendo esfuerzoa poer no llorar, y el anciano, también muy emocionado, lo acarició.
 - Dile a tus padres que todo va bien.
Garofi pareció querer decir algo; pero se quedó mudo.
 - Bien, muchacho, bien; será hasta pronto, vete tranquilo.
Garofi caminó lentamente hasta la puerta y de pronto, sacando de entre su capote algo que llevaba oculto, lo entregó al sobrino del anciano y desapareció. El niño nos mostró aquello y vimos que encima le había puesto un letrero que decía:"Teregalo esto". Cuando vimos bien lo que era, lanzamos una exclamación.
Garofi se desprendía de su álbum de estampillas, la coleción de la que siemprehablaba, orgulloso, y que tanto le había costdo reunir: su tesoro.
¡Pobre niño! A cambió perdón, regalaba la mitad de su vida.

LA MONTAÑA DE CRISTAL!!!! Cuento tradicional europeo

Había una vez una montaña de cristal en cuya cumbre se levantaba un castillo de oro puuro y, frente a éñ un manzano que daba solamente manzanas doradas.
Vivía prisonera en ese castillo la pricesa más hermosa del mundo esperando al príncipe que lograra subir la montaña de cristal, cortar una manzana de oro y entregársela en su cáma ra de palta,.Cuando esto sucediera, el hechizo se rompería y ella sería nuevamente libre.
Aunque muchos príncipes, nobles y caballeros de países vecinos intentaban día tras día el ascenso, todos resba laban porlas laderas de cristal y caían muertos al pié de la montaña.
La princesa estba más y más triste. en pocos días vencería el plazo de siete años durante los cuales podía ser liberada. Si nadie lo lograba, permanecería prisionera para siempre.
Asólo tres días de cumplirse los siete años, un caballero de armadura dorada, montado en el corcel más fuerte que se haya visto en la montaña, estuvo a punto de alvanzar la cima. Su mano yo rozaba una manzana dorada cuando, de pronto, un águila gigante que vigilaba el castillo se precipitó sobre él.. Su caballo se asustó y se levantó sobre las patas traseras. Ambos cayeron rodando como todos los demás.
El último día, se acercó a la montaña
un joven leñador muy decidido a a liberar a la princesa. tría en su bolsillo las garras de un lince que había hallado muerto en el bosque.
El muchacho, valientemente, comenzó a tre`par, clavando las garras en el cristal con todas sus fuerzas. A mitad de camino, el cansancio y la sed lo atormentaron a tal punto que se durmió, extenuado pero aferrado fuertemente a las garras del lince.
Salió el águila  a hacer su ronda nocturnay, al ver al muchacho inmóvil en la heladera, lo dió p9or muerto. se dirigió hacia él en un vuelo rasante y lo tomo con sus garras de los hombros. En ese momento, el muchacho despertóy, comprendiendo lo que sucedía, se dejó llevar sin hacer ni el más mínimo movimiento. De pronto, en el preciso instante en que el águila sobrevolaba la cima de montaña mágica, el joven se aferró con un movimiento brusco de sus patas. El susto del águila fue tal que soltó su pesa y fue a perderse entre las nubes, mientras el joven caía, sano y salvo, sobre las ramas más altas del manzano.
Cortó una manzana dorada, la peló y colocó las cáscaras sobre sus heridas, que sanaron inmediatamente. Luego cortó dos manzanas más y se dirigió hacia el castillo.
la enome puerta estaba custodiada por un terrible dragón. El leñadoor le arrojó una manzana mágica que el monstruo devoró, tras lo cual desapareció silenciosamente y mansamente.
Recorrió el joven los alrededores del castillo y llegó a la ventana de la princesa, quien no podía creer que ese muchacho sin armadura ni caballo hubiera vencido al águila. En el instante en que se miraron se enamoraron. Y, cuando él le entregó la manzana de oro, el hechizo de la montaña se rompió.
En el acto, el jardín del palació floreció, de las fuentes comenzó a brotar el agua cristalina y los árboles se poblaron de coloridos pájaros que cantaban bellas melodías.
Al romperse el hechizo, las laderas de las montañas reverdecieron y todo volvió a ser como antes. hasta los caballeros que habían caído y parecían muertos en el fondo del abismo, despertaron como de un sueño profundo.
Ese mismo día se celebró la boda de la pricesa y el humilde leñador, que de est manera se convirtió en príncipe. Y vivieron felices para siempre en el castillo de la montaña.